Las mejores historias no necesariamente tienen que estar escritas en un libro...

A menudo buscamos desesperadamente a esa persona con la que compartirlo todo, con la que vivir nuestros mejores momentos, pero también los peores. Intentamos encontrar a esa persona que nos abrace al tener frío o al estar inseguros, que sepa las palabras exactas con las que animarnos, que haga todo lo posible y hasta lo imposible por robarnos una sonrisa en los peores momentos. En raras ocasiones, también buscamos una persona tan especial que nos haga reír, porsupuesto, pero por la que nos pasemos noches en vela o simplemente una persona con la cual podramos compartir los mejores momentos de nuestra vida. Yo encontré a esa persona sin buscarla, y ha llegado, he compartido contigo los quince mejores meses de mi vida, y los días más felices de ella también, y a estas alturas, sigo con ganas de seguir, de superar con creces estos meses y de continuar dándote un beso cada día.


Ahora me dirijo directamente a ti.


No paro de pensar y de bendecir el momento en que nos "equivocamos" al tomar la decisión por la que pocos apostaban, y que si lo hacían, lo hacían indecisos. Me alegro de haber tomado la decisión de estar contigo, de vivir todo lo que he vivido contigo, de soñar despierta todo este tiempo. ¿Te acuerdas que todo esto empezó como un sueño? Es curioso, porque normalmente, cuando te despiertas de un sueño, todo vuelve a ser como antes, y ese sueño se queda solamente en el pasado y en tus recuerdos. Digo que es curioso porque nosotros poco a poco, pasito a pasito, nos hemos despertado de ese sueño, lentamente, sin alterar demasiado el orden lógico de los acontecimientos recientes ni el rumbo que tomaba nuestra historia, y lo hemos hecho bien, puesto que ya no estamos en un sueño, pero todo es tan perfecto como cuando nos dormimos y damos rienda suelta a nuestra imaginación, o tan perfecto como uno de esos cuentos de princesas que le cuento a mis pequeños de vez en cuando. Lo hemos echo bien, hemos conseguido hacer de ese sueño una realidad, y estoy muy orgullosa de ello, porque no es fácil. Al decidir estar contigo, en el momento en que tú también me dijiste que querías estar conmigo, me preparé mentalmente para cualquier acontecimiento o cualquiera decisión que pudieses tomar, ahora mismo, hoy en día creo que es mejor que tire esas preparaciones mentales y anímicas a la basura, pues creo y confío en que no tomes ninguna decisión apresurada y que pueda afectarme.

Me has demostrado día a día que estás tan orgulloso de ese maravilloso día como lo estoy yo, me has demostrado que no lo cambiarías por nada, y me has demostrado que no te arrepientes de nada. Gracias por demostarme día a día todo eso, con cada pequeño detalle, bien sea una caricia, una mirada, un beso inesperado, un abrazo cuando tengo frío o uno para protegerme del mundo, un abrazo que me haga olvidar todo. Con cada pintada en tu mesa cuando te aburres, con cada tontería o con cada cualquiera de las innumerables estupideces y baciles. Gracias por hacer que crea que piensas tanto en mi como yo lo hago en tí.
P.D.: Te Quiero.